Como aguas oscuras,
ciénagas insondables de miedos reprimidos.
Como aguas oscuras, nos
volvemos de tanto vivir.
que desea una vida sin
muerte,
y acaba muerto y
viviendo.
La herencia de
antepasados,
de hombres que se
marcharon, de risas que no volvieron; sombras en aguas oscuras,
que saben al más allá.
Enciende la noche sus
pasiones, tristes cuando no estas, que ojerosas no pueden olvidar
que una vez fui niño de
tanto imaginar.
Fue esa noche, rompió el
silencio y el cántaro, derramó sueños
de impunidad, siendo
niño
despertó un hombre,
desesperado pero un hombre.
La muerte predecible
lloro sangre
incomprensible,
y el difunto mira fijo
-un punto- sus ojos relajados, reflejan nuestra faz apesadumbrada:
no entendemos
nada
trastornados,
gritamos
no entendemos
nada
y lloramos
sin entender nada.
Allí estas tu, donde no
vemos, en aguas oscuras de miedo.
Donde se sumergen los
temores
y van los amores
que ríen felices, al
encontrar, a viejos conocidos de humana muerte. Se dan abrazos, cálidos
recordando el olvido
anterior, hablan de la vida de su vida:
pues no
existen aguas oscuras
ni ciénagas
insondables
pues no
existen
aguas
oscuras
sino miedo al vivir.
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