miércoles, 31 de julio de 2019

Cinco minutos

Cinco minutos de inspiración fueron suficientes para enamorarme de ti.
Caminábamos al unísono entre las juntas de una acera construida entre dolor. Las huellas del tránsito en nuestra piel y alcantarillas rebosantes de cansancio y frustrado desamor.
La cascada emocional inundaba la lúgubre calle entre palabras recortadas, letra a letra, fonema a fonema, susurro a susurro, silencio a silencio, respiración a respiración. Ojos huidizos y alguna mirada furtiva, insegura y apegada a la herida y a los cortes que supuraban un ayer al que ya no queríamos ni podíamos volver.
Entre luces brillantes, músicas y gentes que no importaban, se acercó una despedida no deseada. Sin poesía, pero con un pequeño andamio donde subirnos y creer.
Morfeo nos adormeció y Eros, en uno más de sus divertidos pasatiempos, mandó a Cupido un trabajo sencillo y difícil. Habló este, pausadamente entre sollozos al principio y risas desacomplejadas después, de algo que ya sabíamos. No éramos escultores, ni poetas. No teníamos dinero para una gran mansión. Ni siquiera lo teníamos fácil. Sus risas coincidieron con una frase a modo de dardo que nunca olvidaré; “Tu mundo será maravilloso si ella está en él”. Chronos, controlo el tiempo que ya no nos pertenecía y el camino eterno se abrió paso mágicamente.

Las almas rotas, antaño afiladas y amarillentas, fueron reconstruidas a modo de “Kintsugi”, haciendo bello y fuerte lo que empezó siendo frágil. Los corazones maltrechos, fueron reparados con hilos dorados de amor, en cinco, solo cinco minutos de inspiración, suficientes para enamorarme, eternamente, de ti...