martes, 27 de octubre de 2015

Carta póstuma

Brillas como el mar en un día de Agosto.

La sal cristaliza como mármol blanco de carrara en tu hermosa piel
que una vez tuve el honor de recorrer con labios ávidos y sedientos. 

Se de ti por fotos antiguas llenas de polvo. 
Se de ti por el recorrido de pequeñas olas alentadas por la gravitación externa y fuerzas desconocidas. 
Se de ti por el contraste entre ropa tendida y olor a limpio. 

No creo en dioses
ni en sanadores
hechiceros ni hechizos. 

Los ojos lloran sangre de emociones oscuras en la profundidad del sexo soñado. 

Seguro que eras condescendiente conmigo y me querías por lástima. 
Abrazabas mi alma descarriada como una madre sostiene a su bebe en brazos mientras le alimenta de rica leche. 
Amor por instinto.

La dirección aleatoria de un pasado que parpadea futuro y me deja sin presente. 
La melancolía del otoño y el frío invernal tan queridos por solitarios. 
El calor y sudor que arden en la distancia de sueños oníricos y juveniles que yacen moribundos en la tumba de tu recuerdo. 
Actúo cada día y aliento espíritus ajenos a vivir en cuerpos que no son míos. 
Tengo en mi puño tus cenizas y las libero y me libero. 
No me quisiste pero me miraste fijamente con tus ojos de porcelana.

El velo oscuro arropa el mar en la noche que dejaste de brillar.