miércoles, 29 de noviembre de 2017

Flor de putadas

Una flor de putadas hacía tiempo que me envolvía como una telaraña sin araña. De caramelo líquido me aglutinaba entre azúcar amargo y mi propia gilipollez. Luchaba por escapar dando giros y más giros sobre mi eje. Era un esfuerzo fútil, de imbécil amaestrada y adoctrinada por alguien que manejaba las cuerdas invisibles de un mundo desconocido. Engañada y engañando a quienes todavía creían. Soplando velas sin velero. Haciendo música sin notas que llevarme al oído. Modernizando antiguallas y vendiéndolas como nuevas.
Un alma sin camino que oye pero no escucha ni escribe nada bonito. Una mierda. Heces de fango putrefacto en el peor de los infernos de Dante. El destino cruel tatuado sobre una piel de papel de lija.
Entre abundantes lágrimas suplicaba un final rápido y heroico. Un último acto valiente para echarme a la boca. Nada de nada. Vacío y ruido silencioso.
La sangre manaba abundante y la no vida se escaba pétalo a pétalo, putada a putada.
Recuerdo la derrota y la ruina. La desesperación ante el frío funcionario que me miraba con desdén. El abandono de mi marido que nunca lo fue. La huida de unos hijos que no mamaron de mis pechos. El móvil sin batería y sin posibilidad de cargarlo. Sin línea, ni compañía que me fiara.
Solo los bancos se acordaban de mi persona. De mis hermosos ojos enmarcados en pestañas postizas de los chinos. Romeo, Romeo ¿por qué no vienes a por tu Julieta?


Muerte.