domingo, 31 de diciembre de 2017

Feliz y próspero año nuevo

La noche silenciosa se esconde del estruendo de fuegos artificiales que son lanzados en sincronía perfecta cuando las manecillas del reloj, que vive en el campanario, se besan.
Gentes anónimas se abrazan y saltan de alegría.
Observo desde la distancia como si no fuera conmigo. El transcurrir del tiempo es ahora consciente y se restan las horas y los minutos entre segundos.
Las emociones se desbordan. Un gato me abraza entre maullidos y un perro ladra al gato.
Una señora mayor me confunde con su carrito de compra improvisado (sé que en su interior esconde alcohol de contrabando, siempre he sido perspicaz para esas cosas), y tira de mi cinturón y me abre la cabeza con inusual táctica de compradora compulsiva.
Unos niños grandes y me temo que poco amistosos se hacen cómplices de la tercera edad y me riñen por insultar a la vieja.
Los zapatos de talón me unen los dedos manifestándose tumultuosa y sediciosamente como si no existiese la rebelión.
Desde el balcón me saluda el alcalde, el muy hijo de puta me echo el año pasado por un ERE aquí un ERE allá.
La música sin ser polifónica mola, pero parece anunciar la resurrección de Jesús en paños menores.
Empieza a nevar y hace un frío del carajo. ¡Me cago en la puta!
Mi marido me mira con cara melosa; No eres tú, soy yo...
GENTES ANÓNIMAS SE ABRAZAN Y SALTAN DE ALEGRÍA... Sí, alegría.
Decidida me empeño en dar amor y beso a un desconocido, aleatoriamente escogido, que por casualidad tiene cierto tiene cierto parecido a George Clooney. Su acompañante me devuelve el beso en forma de mordisco que sería la envidia de cualquier aprendiz, vampírica y sexy.
Por fin, suena Pablo Alborán y arrastro mi genial trasero (fruto de horas de gimnasio y spinning 24 horas), por la pista de baile. Mi ex-marido me lo toca con extraña devoción convirtiéndome de facto, en amante y guarrilla.
Doce y media. En casa en zapatillas. ¡Qué gran año me espera!
En la tele un presentador con esmoquin, que monas sus acompañantes, mientras bebo y bebo. Qué blancos tiene los dientes; “Felicidad y Amor, abrid vuestros corazones”, dice.

Putos zapatos...