La noche silenciosa se esconde del estruendo de fuegos artificiales que son
lanzados en sincronía perfecta cuando las manecillas del reloj, que vive en el
campanario, se besan.
Gentes anónimas se abrazan y saltan de alegría.
Observo desde la distancia como si no fuera conmigo. El transcurrir del
tiempo es ahora consciente y se restan las horas y los minutos entre segundos.
Las emociones se desbordan. Un gato me abraza entre maullidos y un perro
ladra al gato.
Una señora mayor me confunde con su carrito de compra improvisado (sé que
en su interior esconde alcohol de contrabando, siempre he sido perspicaz para
esas cosas), y tira de mi cinturón y me abre la cabeza con inusual táctica de
compradora compulsiva.
Unos niños grandes y me temo que poco amistosos se hacen cómplices de la
tercera edad y me riñen por insultar a la vieja.
Los zapatos de talón me unen los dedos manifestándose tumultuosa y
sediciosamente como si no existiese la rebelión.
Desde el balcón me saluda el alcalde, el muy hijo de puta me echo el año pasado por un ERE aquí un ERE allá.
La música sin ser polifónica mola, pero parece anunciar la resurrección de Jesús
en paños menores.
Empieza a nevar y hace un frío del carajo. ¡Me cago en la puta!
Mi marido me mira con cara melosa; No eres tú, soy yo...
GENTES ANÓNIMAS SE ABRAZAN Y SALTAN DE ALEGRÍA... Sí, alegría.
Decidida me empeño en dar amor y beso a un desconocido, aleatoriamente
escogido, que por casualidad tiene cierto tiene cierto parecido a George
Clooney. Su acompañante me devuelve el beso en forma de mordisco que sería la
envidia de cualquier aprendiz, vampírica y sexy.
Por fin, suena Pablo Alborán y arrastro mi genial trasero (fruto de horas
de gimnasio y spinning 24 horas), por la pista de baile. Mi ex-marido me lo
toca con extraña devoción convirtiéndome de facto, en amante y guarrilla.
Doce y media. En casa en zapatillas. ¡Qué gran año me espera!
En la tele un presentador con esmoquin, que monas sus acompañantes,
mientras bebo y bebo. Qué blancos tiene los dientes; “Felicidad y Amor, abrid
vuestros corazones”, dice.
Putos zapatos...