jueves, 27 de noviembre de 2014

Sueños (1-2)


Saltó de alegría el arqueólogo. Entre sus manos sucias y endurecidas, un pequeño objeto del antiguo Egipto. Por fin algo de suerte, musitó para sí mismo tras días de excavación  y la nada como acompañante. Con un pequeño pincel retiró la capa que el tiempo y el olvido habían ido acumulando. Poco a poco el objeto recobró algo de su antiguo esplendor...

Luxor –Egipto- 7:30 AM

Estaba nervioso, aficionado a la egiptología desde niño, por fin, podría visitar el valle de los reyes y reinas, el templo de Luxor y Karnak, los Colosos de Memnón. Mi compañera, amiga y amante, me sacó, bruscamente, de mis ensoñaciones -date prisa cariño, nos esperan para desayunar-. Anna, era, desde mi divorcio, el marcapasos de un corazón roto. Consiguió, que una depresión con tintes funestos se convirtiera en deseo de vivir...
Una cajita de oro con la tapa en forma de silla y con incrustaciones de piedras semi-preciosas como la amatista, el berilo, lapislázuli, ópalo, entre otros, se descubrían en cada pincelada. Unos ojos como platos, y un rictus desencajado en un rostro ennegrecido, completaron la escena que nadie pudo contemplar...

Luxor –Egipto- 8:30 AM

Recordé las fotos de mis numerosos libros con Uaset (en egipcio antiguo), o Tebas (en griego), como protagonistas de mis aventuras más oníricas; subido en un carro al frente de miles de soldados y un pueblo gritando mi nombre. “La ciudad de las cien puertas", como así la denominaba Homero, rendida ante mis pies. Esas puertas se abrían ante mis ojos, y mi asombro no tenía parangón.
De la mano de mi Nefertiti, (“bonita es la belleza de Amón”), visitamos mi mundo, aquel del que nunca debí escapar...

Valle de las Reinas –Egipto- 11.45 AM

El sol enviaba rayos que se transformaban en espadas que surgían de un cielo pesado como el Hierro. Era insoportable, 40º y ni una tristes sombra donde guarecerse. A Anna, le dolía la cabeza, y a mí los pies, Ta Set Neferu "el lugar de la belleza", se convirtió para nosotros en un infierno a punto de engullirnos como deliciosos pollos asados.

La cajita ya lucía, como antaño, en la palma de su mano. La contemplaba absorto, veía su rostro en los principales noticiarios, como Howard Carter, pasaría a los anales de la egiptología. La fama le permitiría iniciar nuevas excavaciones sin límites presupuestarios. Las principales universidades se pelearían por conferencias, donde el público abarrotaría las salas.
Dos turistas con cámaras al hombro se cruzaron con él. Firmaré autógrafos por doquier, piensa, y no hace mucho caso de la cara de descomposición de los atribulados sujetos ni de dos hombres armados con fusiles de asalto AK-47.

Unos disparos, al grito de Al•lahu-àkbar, y dos hombres y una mujer yacen moribundos.
Una cajita abierta, yace hermosa y manchada de sangre, brillante y fresca.

Abierta, sólo contiene polvo del desierto y sueños...

Sueños -Segunda parte-

New York Times 18 de noviembre de 1997

Death in Luxor -17/11/1997

Terroristas del Grupo Islámico y de Jihad Talaat al-Fath ("Guerra Santa de la Vanguardia de la Conquista") masacraron a sesenta y dos personas dentro del templo funerario de la dinastía XVIII de la reina-faraón Hatshepsut, conocido como "Djeser-Djeseru". Los seis asaltantes estaban armados con pistolas automáticas y cuchillos, y disfrazados como miembros de las fuerzas de seguridad. Descendieron sobre el templo funerario de Hatshepsut hacia las 8:45 am; con los turistas encerrados dentro del templo, la matanza duró sistemáticamente cuarenta y cinco minutos, durante los cuales muchos de los cuerpos, en especial los de las mujeres, fueron mutilados con machetes. Dentro de uno de los cadáveres de las víctimas se encontró una nota alabando el Islam. Entre los fallecidos se encontraban un niño británico de cinco años de edad y cuatro parejas japonesas en sus lunas de miel.
Los terroristas, luego, secuestraron un autobús, pero fueron interceptados por un grupo de oficiales armados de la policía egipcia y del ejército. Uno de los atacantes fue herido durante el tiroteo y el resto escapó hacia las colinas, donde sus cuerpos fueron encontrados dentro de una cueva, aparentemente después de haberse suicidado en masa.

Luxor  –Egipto- 7:30 AM

Los nervios a flor de piel, para no levantar sospechas nos habíamos dividido en dos grupos de tres, Zaair, Lias, y yo, Zaqib. El otro grupo de tres, se encontraba a escasos 200 metros en un hostal de mala muerte donde pasar más inadvertidos. Apenas había podido comer nada y Zaair y Lias de 28 y 34 años de edad, respectivamente, se mofaban de mí escasa experiencia y mi histerismo de principiante. Tenía 19 años y como única experiencia, pero ciertamente remarcable, el certero lanzamiento de una piedra contra un grupo de soldados hebreos con el resultado de la pérdida de un ojo en uno de los “impuros”, soldados israelís. Me consideraba un chico inteligente, y de hecho, el significado de mi nombre así lo certificaba, “El inteligente”. Ahora que lo pienso, el significado de los nombres de mis compañeros también era certero, Zaair, siempre dispuesto a la discusión por cualquier motivo –el enfadado- y Lias, con prisas para llegar a Yanna (paraíso), “desesperado”.
Aunque mi estado era deplorable, tenía la firme convicción de que la rendición de cuentas el día de la Resurrección estaría totalmente en manos de Al-lâh, y esto me tranquilizaba ante lo que estábamos a punto de realizar.
Mi maravillosa madre y mi recto padre, junto a uno de mis hermanos, murieron a causa de una bomba israelí que erró su objetivo y que pretendía acabar con la vida de dirigentes de al-Fath. Este hecho, y mi absoluta indiferencia hacia la vida, fue la espoleta de mi ingreso en la guerra santa. Lloré lágrimas hasta llenar de venganza mis pensamientos y, en este punto, mi odio supero a la razón. Desde niño, la violencia, la injusticia y las armas, eran una constante que integrábamos en nuestra vida con absoluta naturalidad. Nuestra vida pasaba por sobrevivir y luchar, yo quería más, necesitaba vivir, para matar. En tiempos, quería ser arquitecto y construir altos edificios para ayudar a albergar al millón y medio de personas de la franja, que, como yo, nos encontrábamos atrapados literalmente, en una superficie de 360 Km2. Hoy por hoy, la destrucción del enemigo es mi titulación más preciada.

Luxor, Deir el Bahari –Egipto- 8:30 AM

Nos encontramos con el otro grupo en un lugar acordado previamente, de la franja occidental del río Nilo, cerca del complejo de Deir el Bahari y de nuestro objetivo, el templo funerario de Hatshepsut, conocido como Djeser-Djeseru ("La maravilla de las maravillas").
Nuestros disfraces, como miembros de seguridad, lograron que pasásemos desapercibidos, y ya, en las mismas puertas del templo, nuestros ojos inyectados en sangre hicieron el resto. Armados con fusiles de asalto AK-47, machetes y granadas, conseguimos hacer del día la noche. Cerramos el oscuro templo y matamos a los infieles, mujeres y niños, nos daba igual. Cuando terminamos charcos de sangre y miembros despedazados y descuartizados por todas partes, algún quejido lastimero y doliente de alguno que había sobrevivido y que nos apresuramos en rematar.

Luxor, Deir el Bahari –Egipto- 9:30 AM

Agrupados y saciados de sangre, encañonamos al conductor de un pequeño autobús que asustado nos suplicó, entre lágrimas, que no le matáramos (“tengo tres niños, por favor, no”), Zaair, el enfadado, quería acabar con su vida, le convencí de su utilidad y por eso vivió. Todo iba según lo previsto, pero Al-lâh nos abandonó. El microbús fue interceptado a pesar de la pericia de un conductor aterrorizado. Un mártir abandonado a su suerte y una huida desesperada que me recordó a mis tiempos de intifada, donde mirar atrás era tan importante como hacerlo al frente.

Valle de las Reinas –Egipto- 11.45 AM

El sol enviaba rayos que se transformaban en espadas que surgían de un cielo pesado como el Hierro.
Lias y yo, perdimos al resto de mártires entre disparos y colinas. Desconocíamos nuestra ubicación y estábamos asustados, cansados y pintados de sangre ajena. Oímos voces, y nos escondimos detrás de un montículo. Feroces ladridos cada vez más próximos y, al grito de Al•lahu-àkbar, tres muertos más en nuestro casillero.

Una cajita abierta, yace hermosa y manchada de sangre brillante y fresca.

Abierta, sólo contiene polvo del desierto y sueños...

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Viatger sense destí


Unes vies i un tren que es mou
una pluja que rellisca empesa per la seva velocitat.

La malenconia m'aborda mentre el meu cos s'allunya del punt inicial. 

Olors barrejats i seients envellits
que ocupen veus pròximes i distants.

M'allunyo de tu
ciutat que em va veure néixer. 

M'allunyo de tu i de l'amor.

Estació rere estació
veig l'infinit d'un destí incert.

Estació rere estació
veig passar el inclement temps. 

Dormo sense somiar 
mentre es reflecteix el sol.

Un nou sol...


lunes, 17 de noviembre de 2014

Escacs eròtic


Vaig sucumbir a la luxúria
a les nits de plaer ininterrompudes
 a la teva pell. 

Al panteix de la teva respiració en el meu pit. 

Tot Dibuixant el teu rostre 
perfilava
a la vegada 
el teu cos amb les meves mans. 

Petits terratrèmols sacsejaven les nostres entranyes 
en jocs de dubtosa decència. 

Roba que llisca
i sensualitat en les mirades. 

Olor primari
i música celestial d'endimoniades notes. 

Els peons morien lentament, 
els alfils seguien diagonals impossibles 
i el cavall saltava darrere de millors posicions. 

Un rei i una reina d'alcova
un mestre i una mestra
un plaer i molts plaers

Tu i jo
 units per petons interminables d'aigua dolça. 

La partida acaba
i ja pensem en la següent...


jueves, 13 de noviembre de 2014

El grumete...


Un corazón con cuatro habitaciones
Silencios que preceden el momento de la contracción, y son diferentes en cada una de ellas
Brota la sangre que reparte el aire
Brota la sangre que empuja el velero hacia mares desconocidos
Late entre aires tormentosos y habita entre agua salada que, a veces, lo hacen llorar.
Me resisto al olvido del tiempo, y oteo el horizonte en busca de tu bote
Sí! Aquel que compartimos en sincronía, y aquel en que los remos, dejaron de remar
Nuevos botes y esperanzas surcan los océanos, erráticos y sin rumbo, buscan a quien amar
Un corazón desacompasado, que grita sonidos polifónicos y se ahoga en aguas desconocidas
Un corazón con cuatro habitaciones, y alma de grumete extraviado
Velas latinas, y vientos de corazón cansado
que, aún así, no deja de navegar


El grumet...


Un cor amb quatre habitacions
Silencis que precedeixen el moment de la contracció, i són diferents en cadascuna d'elles
Brolla la sang que reparteix l'aire
Brolla la sang que empeny el veler cap a mars desconeguts
Batega entre aires tempestuosos i habita entre aigua salada que, de vegades, el fan plorar. 
Em resisteixo a l'oblit del temps, i guaito l'horitzó a la recerca del teu bot
Sí! Aquell que vam compartir en sincronia, i aquell en que els rems, van deixar de remar
Nous bots i esperances solquen els oceans, erràtics i sense rumb, busquen a qui estimar
Un cor descompassat, que crida sons polifònics i s'ofega en aigües desconegudes
Un cor amb quatre habitacions, i ànima de grumet extraviat
Veles llatines, i vents de cor cansat
que, tot i així, no deix de navegar

domingo, 9 de noviembre de 2014

Mares i fills...

Un got a la taula i el teu reflex distorsionat en el vidre. Hores lentes de temps foscos viscuts i per viure. Es trenca l'os que estructura l'ordre i el desordre, que agafa el temps que es cola per la claveguera d'un passat que no tornarà. Des de la pell s'estarrufen els borrissols en recordar, i la mel és amarga quan no hi ets. El cel es desploma amb el seu pes real, emmudint i silenciant l'esdevenir. Un colom es desploma pel fred hivernal, i la seva mort em recorda l'oblit. Vidres trencats on em vas donar de beure i plats de porcellana envellits en un armari de cuina que ja no existeix. Avui vull recordar el teu meravellós somriure i la teva simple presència, abnegada i crucial en la meva vida. El fred hivern ha arribat i la neu omple el meu cabell, la meva mirada viatja en un ahir que aboca llàgrimes, llàgrimes de vidre.


domingo, 2 de noviembre de 2014

Sueños -Segunda parte-


New York Times 18 de noviembre de 1997

Death in Luxor -17/11/1997

Terroristas del Grupo Islámico y de Jihad Talaat al-Fath ("Guerra Santa de la Vanguardia de la Conquista") masacraron a sesenta y dos personas dentro del templo funerario de la dinastía XVIII de la reina-faraón Hatshepsut, conocido como "Djeser-Djeseru". Los seis asaltantes estaban armados con pistolas automáticas y cuchillos, y disfrazados como miembros de las fuerzas de seguridad. Descendieron sobre el templo funerario de Hatshepsut hacia las 8:45 am; con los turistas encerrados dentro del templo, la matanza duró sistemáticamente cuarenta y cinco minutos, durante los cuales muchos de los cuerpos, en especial los de las mujeres, fueron mutilados con machetes. Dentro de uno de los cadáveres de las víctimas se encontró una nota alabando el Islam. Entre los fallecidos se encontraban un niño británico de cinco años de edad y cuatro parejas japonesas en sus lunas de miel.
Los terroristas, luego, secuestraron un autobús, pero fueron interceptados por un grupo de oficiales armados de la policía egipcia y del ejército. Uno de los atacantes fue herido durante el tiroteo y el resto escapó hacia las colinas, donde sus cuerpos fueron encontrados dentro de una cueva, aparentemente después de haberse suicidado en masa.

Luxor  –Egipto- 7:30 AM

Los nervios a flor de piel, para no levantar sospechas nos habíamos dividido en dos grupos de tres, Zaair, Lias, y yo, Zaqib. El otro grupo de tres, se encontraba a escasos 200 metros en un hostal de mala muerte donde pasar más inadvertidos. Apenas había podido comer nada y Zaair y Lias de 28 y 34 años de edad, respectivamente, se mofaban de mí escasa experiencia y mi histerismo de principiante. Tenía 19 años y como única experiencia, pero ciertamente remarcable, el certero lanzamiento de una piedra contra un grupo de soldados hebreos con el resultado de la pérdida de un ojo en uno de los “impuros”, soldados israelís. Me consideraba un chico inteligente, y de hecho, el significado de mi nombre así lo certificaba, “El inteligente”. Ahora que lo pienso, el significado de los nombres de mis compañeros también era certero, Zaair, siempre dispuesto a la discusión por cualquier motivo –el enfadado- y Lias, con prisas para llegar a Yanna (paraíso), “desesperado”.
Aunque mi estado era deplorable, tenía la firme convicción de que la rendición de cuentas el día de la Resurrección estaría totalmente en manos de Al-lâh, y esto me tranquilizaba ante lo que estábamos a punto de realizar.
Mi maravillosa madre y mi recto padre, junto a uno de mis hermanos, murieron a causa de una bomba israelí que erró su objetivo y que pretendía acabar con la vida de dirigentes de al-Fath. Este hecho, y mi absoluta indiferencia hacia la vida, fue la espoleta de mi ingreso en la guerra santa. Lloré lágrimas hasta llenar de venganza mis pensamientos y, en este punto, mi odio supero a la razón. Desde niño, la violencia, la injusticia y las armas, eran una constante que integrábamos en nuestra vida con absoluta naturalidad. Nuestra vida pasaba por sobrevivir y luchar, yo quería más, necesitaba vivir, para matar. En tiempos, quería ser arquitecto y construir altos edificios para ayudar a albergar al millón y medio de personas de la franja, que, como yo, nos encontrábamos atrapados literalmente, en una superficie de 360 Km2. Hoy por hoy, la destrucción del enemigo es mi titulación más preciada.

Luxor, Deir el Bahari –Egipto- 8:30 AM

Nos encontramos con el otro grupo en un lugar acordado previamente, de la franja occidental del río Nilo, cerca del complejo de Deir el Bahari y de nuestro objetivo, el templo funerario de Hatshepsut, conocido como Djeser-Djeseru ("La maravilla de las maravillas").
Nuestros disfraces, como miembros de seguridad, lograron que pasásemos desapercibidos, y ya, en las mismas puertas del templo, nuestros ojos inyectados en sangre hicieron el resto. Armados con fusiles de asalto AK-47, machetes y granadas, conseguimos hacer del día la noche. Cerramos el oscuro templo y matamos a los infieles, mujeres y niños, nos daba igual. Cuando terminamos charcos de sangre y miembros despedazados y descuartizados por todas partes, algún quejido lastimero y doliente de alguno que había sobrevivido y que nos apresuramos en rematar.

Luxor, Deir el Bahari –Egipto- 9:30 AM

Agrupados y saciados de sangre, encañonamos al conductor de un pequeño autobús que asustado nos suplicó, entre lágrimas, que no le matáramos (“tengo tres niños, por favor, no”), Zaair, el enfadado, quería acabar con su vida, le convencí de su utilidad y por eso vivió. Todo iba según lo previsto, pero Al-lâh nos abandonó. El microbús fue interceptado a pesar de la pericia de un conductor aterrorizado. Un mártir abandonado a su suerte y una huida desesperada que me recordó a mis tiempos de intifada, donde mirar atrás era tan importante como hacerlo al frente.

Valle de las Reinas –Egipto- 11.45 AM

El sol enviaba rayos que se transformaban en espadas que surgían de un cielo pesado como el Hierro.
Lias y yo, perdimos al resto de mártires entre disparos y colinas. Desconocíamos nuestra ubicación y estábamos asustados, cansados y pintados de sangre ajena. Oímos voces, y nos escondimos detrás de un montículo. Feroces ladridos cada vez más próximos y, al grito de Al•lahu-àkbar, tres muertos más en nuestro casillero.
Una cajita abierta, yace hermosa y manchada de sangre brillante y fresca.

Abierta, sólo contiene polvo del desierto y sueños...