miércoles, 14 de diciembre de 2016

Emociones olvidadas

Entre las ciénagas del olvido encontré un retal de esperanza, aquella que una vez se escurrió como arena entre mis dedos, y que tú me recordaste con una simple y húmeda lágrima.

Lentamente por la mejilla cargaba con el peso del dolor ajeno. La turbación del instante se tradujo en silencio mientras discurría sinuosa por piel erizada y avanzaba salvando obstáculos de confección humana.

Los dedos entremezclados difuminaron el resto entre palabras. Letras unidas por lágrimas que recobraron su sentido primigenio. Que danzaron para nosotros la melodía de sonidos que necesitábamos escuchar.

Unidos por mi dolor me mostraste el camino de emociones no recordadas. Asumiendo dolor abriste las compuertas de un pantano donde las aguas quietas y putrefactas permanecían oscuras sin nadie ni nada a su alrededor.

Puedo oler…

La lluvia y almendros en flor.

Puedo verla…
Cristalina y pura. 

Puedo...
Soñar contigo

Puedo!

lunes, 12 de diciembre de 2016

Sin billete...

Siempre fue una soñadora algo taciturna y nada sociable. Devoraba los cigarrillos luky strike blandos uno detrás de otro, casi sin pausa. En otro tiempo, su hermosura había roto corazones por doquier, ahora apenas la miraban. Deambulaba por la estación como un zombi independentista. Unos cascos enormes, seguramente encontrados en cualquier contenedor, la mantenían ajena al trasiego de viajeros con destino. Una tez morena y unos cabellos que parecían cortados por una peluquera en estado de embriaguez, completaban la foto invisible de alguien invisible.

Mi mochila era enorme, la arrastraba por el andén como si de un muerto se tratara. En una pausa para respirar, me fije en ella. Me miraba. Al menos, eso me pareció. Mi curiosidad innata debida a mi profesión, es decir, de parado de larga duración, hizo que me acercara a aquella chica menuda y que parecía la hormiga atómica en estado de descomposición. Le pregunté por la mejor forma de llegar al andén b7 sin morir de inanición y de sed; siempre fui un verdadero desastre para orientarme, recuerdo perderme incluso en mi pequeña ciudad de 8000 habitantes, cuatro vacas, dos caballos y un asno sin descendencia.

Un gato negro bajo de un vagón de un vetusto tren de cercanías. Letras de colores adornaban los laterales de forma que parecía una obra de arte en movimiento. El revisor intentó darle un puntapié con tan buena suerte para el animalito que perdió el equilibrio y su gran cuerpo y pequeña mente fueron a caer de bruces contra el frío y mojado suelo que, con anterioridad, una pequeña mujer de grandes pechos había fregado con diligencia franciscana.

La papelera rebosaba de latas y papeles de diverso tamaño y colores llamativos. A decir verdad, apestaba a orín y a cloaca abandonada. Un perro la olisqueaba por debajo y se relamía como si en ella se encontrara un apetitoso manjar perruno. Su dueño estiró con violencia desmedida la correa que se rompió por su punto más débil. Chapiiiii, le grito, sit, sit, pero ni se sentó ni dejo de oler el rebosante recipiente que atravesaba su peor momento.


Recuerdo aquel beso que me hizo estremecer.
La realidad distorsionada por cristales abandonados donde lo fugaz y lo intangible se unían formando un todo y un nada.
-Adiós- le dije. Y sin mirar atrás, seguí mi camino.
La huella de sus labios en mí alma y el amor que pronto extinguiría.


Un bebé llora en los brazos de su madre mientras ella le sonríe y le acerca amorosamente un pecho repleto de alimento y vida.

viernes, 5 de febrero de 2016

Somnis grisos



Somnis grisos
d'aigua estancada i peixos morts
que revolta l’ànima
de por i fracàs

Eterna putrefacció
de covards
sense autoestima
i noms oblidats

Si la lluna
Ja no brilla
I el sol resta enfosquit
desfermo
el cor i la paraula
d’amor contingut

No vull aquesta vida
freda i solitària
de cor esmorteït
Tremola llàgrima de foscor
segueix per altre banda
que el meu tren, per fi, ha vingut