Tu cuerpo desnudo es mi océano
donde las lágrimas
dejan de ser saladas.
Pequeñas gotas
ya dulces
se deslizan.
Las siento
y quiero sentirlas
en mi espíritu cansado.
Soy un descubridor.
Un grumete
que otea el horizonte
que grita con los ojos llorosos
y el alma enaltecida
Nadie me cree
mientras absorto
te contemplo.
Un movimiento imperceptible
y me uno a ti.
La calma se vuelve tempestad.
Dedos que rasgan la piel.
Lenguas entremezcladas
que se buscan y encuentran.
El movimiento
se vuelve sísmico.
Agosto llega
con su cálido abrazo
y yo
sólo puedo regalarte mis lágrimas…
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