Era un día de otoño.
Dos hojas caídas en
un pequeño riachuelo,
flotaban ajenas a su anterior función.
Una pequeña golondrina afrontaba su primera
migración.
Un periódico se deshacía recordando sus primeros pasos.
Un viejo árbol
aislado,
desde un irregular montículo,
observaba vehemente.
La destrucción fue instantánea,
una luz
brillante y la nada precedió a la muerte.
Los colores derrotados por un gris de
silencio.
Los segundos transformados en minutos,
los minutos en horas.
Sus ojos negros,
yacían en cuencas
infinitas.
Su cuerpo era demasiado liviano para ser humano.
Olía a carne
quemada y putrefacta.
Se fijo en mí,
en mi mundo.
El miedo me convirtió en un
ser indefenso,
en estatua incapaz de movimiento alguno.
Algo parecido a una mano,
exprimió el último
halo de vida que me quedaba.
-La muerte es un proceso terminal que consiste en la extinción del proceso homeostático de un ser vivo, esto es, la extinción de la vida-
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