miércoles, 13 de mayo de 2015

Envejecer

Mi memoria se fue por el sumidero del tiempo. Ya no guardo los recuerdos como antes. Es como el viejo ordenador en el que la información da un rodeo antes de organizarse con cierto sentido. A veces, tengo algo en la punta de la lengua y no consigo recordarlo hasta pasado un tiempo. Aun así, hay recuerdos imborrables como cuando tuve entre mis brazos a mi hijo recién nacido, mis diferentes amoríos, y la muerte o accidente de alguno de mis allegados.

Tengo sueños distintos, algunos buenos y otros malos. En los buenos, mis ojos se abren a paisajes de colores y al vuelo de sedas transparentes entre campos de olor límpido y puro. En los malos, el techo es rojo de sangre y gotea hasta ahogarme en la desesperación.

Sentado en el diván de tiempos locos y críticos, espero tranquilo tu llegada con escasa memoria y con sueños distintos.


Una vida tranquila, sin nada material, persiguiendo pequeñas olas que acarician la playa. Pescando medusas para que no te piquen. Abriendo sonrisas del interior de una botella que el mar y las corrientes remotas trajeron hasta mí. El libro del sol que iluminó mi alma y que transpira a través de poros excavados en una piel que ya no es mía sino tuya. De letras oscuras y fondo blanco que escribimos, al unísono, con tinta solo visible a través de lágrimas ya olvidadas...

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