Mil mares,
mil tierras sintieron sus pisadas,
nunca lloró.
El grumete, oteaba el horizonte;
divisó tierra,
por fin -nunca lloró-.
Aquella tierra lejana,
asomaba
entre horizontes de dulce espuma;
se hizo grande...
Arrió el bote, y remó con fuerza;
supo que la había encontrado.
La mar, mojó sus pies ya curtidos,
y sus ojos, llenos de lagrimas
saladas
sabían...
que la había encontrado.
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