jueves, 23 de julio de 2015

Madres...

Un vaso en la mesa y tu reflejo distorsionado. Horas lentas de tiempos oscuros vividos y por vivir. Se rompe el hueso que estructura el orden y el desorden. De tiempos que se cuelan por sumideros de un pasado que no volverá. Desde la piel se erizan los vellos al recordar, y la miel es amarga cuando no estás. El cielo se desploma con su peso real, enmudeciendo y silenciando el devenir. Una paloma inerte por el frío invernal, y su muerte me recuerda el olvido. Vidrios rotos, donde me diste de beber,
y platos de porcelana envejecidos en un armario de cocina que dejó de existir. Hoy quiero recordar tu maravillosa sonrisa y tu simple presencia, abnegada y crucial en mi vida. El frío invierno ha llegado y la nieve peina mi pelo. La mirada viaja en un ayer que vierte lágrimas, lágrimas de cristal.

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