Luces y sombras de un pasado de piedra lanzada en mar
silencioso. Origen de arrugas y heridas concéntricas que se desvanecen lentamente.
Deseos fríos y cálidos que entrelazaron sus moléculas
originando algo nuevo, balbuceante y desprotegido.
Fuegos desencadenados y descarnados que saciaron de
sed inolvidable y olvidable, entre negras y blancas oscuridades.
Juntos conquistamos, vencimos y derrotamos multitud
de enemigos. Esclavos del placer, cuando gritamos libres. Encadenados al deber
cuando no lo fuimos.
Infusión de amor que no cabía en el vaso hecho a
mano por dedos sedientos y ávidos de afecto.
Descredito y humillación de una derrota que, sin
embargo, no era tal, porque fuimos juzgados por el abismo insondable de
demonios desconocidos. Por monstruosidades como Medusa antes que Perseo le
cortara la cabeza.
Convertidos en piedra, ya no compartimos historias
en libros nunca editados. Se deshicieron las fotografías pretéritas y ahora amarillentas
que lo ilustraban.
Humedades y besos pendientes petrificados.
La mirada inerte y gélida del qué sucumbió…
A la vida.
Al desamor.
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