domingo, 23 de febrero de 2014

Edvard Munch y su afonía...ya no grita, llora....



A veces, tiraría la toalla.

Dónde estás?
No te escondas.
Y mi fuerza?
El cansancio me aburre ahogando cualquier virtud y, sin embargo, no la encuentro.
Paso horas de mierda. Tengo miedo.

No será que mi fuerza,
es la tuya.
No será que vivo, queriendo ser, por ti.

Vida perra, de calle inútil, lamentos consumidos, arrastrados trabajos de luchas pérdidas.
De vencidos.
De cobardes.
De anónimos muertos que pasan por nuestro lado indiferente.
De llorones, burlones, gentes ordeñadas y ordenadas.
De pena.
De rabia.
De amores perfectos, de túnicas negras, anillos, bodas, abrazos de envidia...qué asco.
Buenos pelotas, futboleros melancólicos, exparejas, divorciados, solteros, juntos...qué vergüenza, qué culpable, qué asco.

Soñar coños, tetas grandes interplanetarias, aterrizando con nuestros penes orgullosos; eréctiles.
Aparatos de incomunicación, comunicando, gritos televisivos amenizados con aceitunas rellenas.
Semen de hijos, ovulando estúpidos hijos de puta.

Corrompe ya, el último halo de razón y déjame tirar la toalla...
Corrompe ya, a los últimos imbéciles.

Pero préstame sus brazos.
Dame su ternura.

Que yo encontré una toalla.
Tu me la dejaste...
                                                                                              

                             para poder llorar.

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